sábado, 19 de diciembre de 2015

Mercancías y personas.

Y fue entonces, con los rayos del Sol de aquella mañana calurosa, y fría a la vez, cuando me di cuenta de lo mucho que valgo y de lo poco que se me valora. 
Me di cuenta, sí, de la mentira, y de la verdad.

Las cosas no son como las pintan, o sí, pero tal vez nosotros no lo queremos ver, renegamos de sentir, es un hecho contrastado.
¿Sabéis de éstas veces que alguien muy sabio, os dice algo, y no os dáis cuenta del significado hasta que lo vivís en vuestras carnes? Pues odio esa situación, odio no llevar la razón y odio la ignorancia.
Siempre se habla sobre personas que pasan por tu vida, pero, ¿por qué no hablamos de personas que se quedan, y quieren quedarse, y de las que no se quedan porque ellas no quieren quedarse? Esas personas que se van, no lo hacen como una cosa aislada, y todos lo sabemos, se van voluntariamente, y eso es justamente lo que nos duele tanto.
Seamos sinceros, a nadie le gusta que una persona se aleje de su vida, pero, ¿las dos partes han puesto algo por quedarse? Normalmente no equitativamente, y es ahí dónde debemos actuar.
Cada día que pasa me voy dando cuenta de que no vale mucho la pena ser buena persona, de que a día de hoy contadas personas saber agradecer lo que haces por ellos.

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