sábado, 2 de junio de 2012

El destino es bipolar.

Hay días en los que te levantas y lo primero en lo que piensas es en el porqué de las cosas, en porqué tiene que llegar ese momento, en porqué no pudo ser tal cosa de tal forma, en porqué le damos importancia a asuntos que no la tienen...
El destino, es él, sin él no seríamos nadie a la vez que seríamos el todo. No nos damos cuenta pero siempre está ahí, por mucho que nos duela o nos haga felices.
Quizá no nos estemos dando cuenta, pero nos está afectando todo el tiempo.
Hay momentos que gracias a el se acaban y no quieres que lo hagan, como también hay momentos que quieres que terminen y no lo hacen; pero contra ello no podemos luchar, lo único que podemos hacer es vivir, vivir la vida tal y como se nos presenta, con lágrimas y risas, con llantos y carcajadas, con broncas y bromas.

No digamos "adiós" a nada ni nadie, sino digamos "hasta pronto" que del destino nunca se sabe. Miremos hacia el futuro y tengamos al destino como un simple complemento, dejemos de preguntarnos el "porqué" de todo, el "qué pasará", y afirmemos que estamos vivos, que nos sentimos vivos y que estamos aquí, que no es poco.
¡Sintámonos afortunados! no todo el mundo puede sentirse vivo.
Luchemos contra viento y marea, contra una tempestad incluso para que llegue la calma, para poder cumplir nuestras metas y nuestros sueños.
Si ya lo decían unos amigos míos: "Vamos a dejar de comernos la cabeza, y vamos a empezar a comernos el mundo".
Y es que nada es imposible, si se lucha por conseguirlo.

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