domingo, 27 de diciembre de 2015

Menestra e impaciencia.

Qué tendrán los sentimientos con las lágrimas que se quieren tanto. Revoltijo de pensamientos desordenados que te vuelven loco.
¿Con qué fin? No lo se, lo único que sé es que quiero que acaben, a veces me gustaría dejar de sentir, otras simplemente que sintiesen por mi. 
Ansío el futuro, y aún no tengo estructurado el presente. Maldita la hora en la que descubrí la ambición, en la que sentí la ambición.
Y todo sería tan sencillo sin complicarnos la vida, sin complicársela a nadie... Putos sentimientos que lo enrevesan todo, putos sentimientos que todo lo estrujan.


Soy débil, no tengo problema en admitirlo, lo sé. Nací así, indefenso, y ahora a lo sumo puedo ponerme un caparazón y sufrir en su interior, sin que nadie me vea.

sábado, 19 de diciembre de 2015

Mercancías y personas.

Y fue entonces, con los rayos del Sol de aquella mañana calurosa, y fría a la vez, cuando me di cuenta de lo mucho que valgo y de lo poco que se me valora. 
Me di cuenta, sí, de la mentira, y de la verdad.

Las cosas no son como las pintan, o sí, pero tal vez nosotros no lo queremos ver, renegamos de sentir, es un hecho contrastado.
¿Sabéis de éstas veces que alguien muy sabio, os dice algo, y no os dáis cuenta del significado hasta que lo vivís en vuestras carnes? Pues odio esa situación, odio no llevar la razón y odio la ignorancia.
Siempre se habla sobre personas que pasan por tu vida, pero, ¿por qué no hablamos de personas que se quedan, y quieren quedarse, y de las que no se quedan porque ellas no quieren quedarse? Esas personas que se van, no lo hacen como una cosa aislada, y todos lo sabemos, se van voluntariamente, y eso es justamente lo que nos duele tanto.
Seamos sinceros, a nadie le gusta que una persona se aleje de su vida, pero, ¿las dos partes han puesto algo por quedarse? Normalmente no equitativamente, y es ahí dónde debemos actuar.
Cada día que pasa me voy dando cuenta de que no vale mucho la pena ser buena persona, de que a día de hoy contadas personas saber agradecer lo que haces por ellos.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Yo y el resto.

¿Deberíamos dejar fluir el agua, o estancarla? Ya me viene grande ésta decisión, y hasta me harta.

Los sentimientos se digitalizaron en el siglo XXI, eso sí lo tengo claro; a día de hoy lo único que fluye son los bytes, porque los sentimientos "ya no están de moda", o eso es lo que veo últimamente, que vale más el orgullo y la apariencia que un "te quiero", que un "me importas" o simplemente una sonrisa producida por una mueca graciosa.

He de confesaros algo: yo antes era feliz, ahora simplemente soy. Me da pena ver lo que veo, sentir lo que siento, hacer lo que hago, y que no sirva para nada, como si fuese en vano, como si fuese directo al cubo de la basura. Estoy harto de ceder, de falsas ilusiones, de creer, de tener esperanza, de centrarme en el resto y no en mi, de que me mientan, de que me fallen, de ser el malo simplemente por decir las cosas como las siento, de decepciones, de los "quizás", de las indirectas, de las inconcreciones, de los "sí pero no", de perder el orgullo por quien no lo merece, de rebajarme a la altura del betún, de hacer como si no pasara nada, de la inestabilidad, de guardarme las cosas, de no rechistar, de hacer lo imposible para nada, de estar ahí para todos, de que todos no estén para mi cuando lo necesito, de preocuparme, de que nadie se preocupe por mi.

 Estoy cansado de ser "de usar y tirar", estoy cansado, agotado y sin aliento ya de que me utilicen, de ser una herramienta, un juguete.

No sé qué cojones le pasa al mundo, si es que va muy lento o es que yo voy muy rápido, pero ha llegado un punto en el que no hay sincronización, y no sé si algún día la habrá.

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