
Te envuelven en el estado de agonía permanente en el que ellos están sumidos.
Pasas de ser la persona más feliz, gracias a momentos con los que de verdad te quieren, literalmente hablando, con las personas que no fingen que lo hacen; a ser una persona que odiarías.
Reflexionas sobre el futuro, aunque quede lejos, da igual, tu reflexionas, y sobre el pasado, le das vueltas a todo lo que has hecho y piensas "¿Lo habré hecho bien?"; no obtienes respuesta, y si la obtienes es negativa. "¿Para qué tanto esfuerzo?".
Obvias el presente y no le das importancia, lo dejas a un lado, si, vives, estás vivo ¿y qué?, si en éste mundo solo se sabe reprochar y echar en cara lo que hacemos mal; nadie, y digo nadie te premiará, suficientemente, lo que haces bien.
La sociedad ha sido creada para llenar el vacío que tenemos cada persona, supuestamente; aunque a veces parezca que ha sido fabricada para que nos angustiemos y decaigamos cuanto antes. La sociedad no puede parar el ciclo reproductor de la vida.
La vida es como una enfermedad de transmisión sexual; la sociedad no es la cura, no la erradica, pero si que puede hacer que dure menos, y eso es exactamente lo que hace.
El final de toda esta historia es la evaporación de todo infectado. ¿Y a quién le importará entonces?, a nadie, prácticamente igual que ahora.
Solo hay una solución, es muy arriesgada y solo unos pocos lo consiguen: tienes que quererte y confiar en ti mismo.