jueves, 17 de julio de 2014

Vive el tiempo y aprende.

La vida cambia, el tiempo pasa, y con ello aprendes.
Hacémonos llamar personas los habitantes del planeta, somos muchos, millones, quizá muchos más, demasiados.
A lo largo de tu existencia te cruzas con muchos de estos seres, y aprendes un poco de cada uno de ellos, todo para alcanzar un beneficio, porque viéndolo así, el ser humano es un ser egoísta, en general, solo piensa en si mismo y en llegar a sus metas. Pero digo en general, porque aunque todos tengamos algo de egoísmo en el interior, porque si, porque lo tenemos y lo sabéis, no es la misma cantidad en todos los cuerpos.

Cada ciudadano es un mundo, y si cada mundo crea más mundos, y todos estos mundo viven en el mismo mundo... ¿cuantos mundos hay? ¿cuantas realidades hay?
Si ya partimos de que cada mundo es diferente, ¿por qué nos empeñamos en juntar dos mundos, con sus más y sus menos, para poder ser felices? ¿y si lo que de verdad nos hace felices es hacer turismo?
Puede que sean demasiadas preguntas, pero estoy dispuesto a responderlas con el tiempo necesario.

La libertad es un derecho, y creo que se nos está coartando de ello. Aunque no directamente, sin darnos cuenta. ¿Por qué al ser que provino del mono le cuesta tanto aceptar los cambios que se le vienen encima?
Si el latido de su corazón, del motor que mueve esa gran carga, fuera homogéneo, sería aburrido, no viviríamos bien. Esto es igual, ¿no creéis?

Cada uno de nosotros tiene escrito un camino, al igual que el electrocardiograma, y ese camino es el que tenemos que recorrer, con o sin ayuda. Pero tenemos que recorrerlo.

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